Con la excusa del intenso frío
hemos puesto rumbo a Sojuela para subir a Moncalvillo buscando las primeras
nieves del año, con la intención de bajar por la senda de las neveras con el
aliciente añadido de la nieve.
Después de un verano seco y
caluroso, y de varios días de lluvias propias de esta época del año, las
primeras heladas y las primeras nieves nos han sorprendido y nos han pillado un
poco desprevenidos. A todos: personas, animales y plantas.
Hoy somos un grupo numeroso:
somos cuatro. Iniciamos la ruta por la senda que discurre entre pinares
y que
nos lleva por unas praderas
al camino que sube de Sorzano a Moncalvillo. En vista de que la ruta
iba a resultar algo corta, decidimos alargar el recorrido pasando por la ermita
de la Hermedaña.
Tras bajar por unas bonitas sendas
comenzamos el ascenso por camino hasta el comienzo de la regadera. En este
momento la fina lluvia se convierte en nieve, y poco a poco empieza a arreciar.
Iniciamos el penoso ascenso a la ermita empujando la bici
y, casi sin darnos
cuenta, empezamos a pisar nieve.
Nieve que, sorprendentemente, cubre las hojas aún verdes de las hayas.
Cuando reanudamos la marcha pedaleando, las
hojas, la nieve y la humedad hacen muy difícil mantenerse en la bici
exigiéndonos un esfuerzo mucho mayor,
lo que nos obliga a parar frecuentemente, momento que aprovechamos para poder fotografiar pequeños detalles
Una vez en la ermita paramos a
descansar y comer algo. La ermita está más fría y solitaria que de costumbre.
Reanudamos la marcha con mucha dificultad hasta llegar al canchal, desde donde continuamos andando. El camino que sube hasta el puesto de vigilancia también lo hacemos casi todo caminando porque la pendiente, lo resbaladizo del terreno y nuestras mermadas fuerzas no nos permiten pedalear muchos metros de forma continuada.
Una vez arriba, el silencio,
la
nieve y la niebla
lo envuelven todo con un aire mágico.
Pero volvemos a la realidad e
iniciamos el descenso, con precaución al principio, pero ganando confianza poco
a poco, disfrutando mucho de una bajada que cada vez está más limpia
y que cuando termina la nieve luce en todo su esplendor otoñal.
Tenía ganas de bajar por aquí con
mi YT y la realidad ha superado todas las expectativas. Suspensiones, ruedas y
frenos han respondido de forma impecable a las exigencias de la bajada
Finalizamos nuestra ruta por la
senda del Molinero,
donde el paisaje vuelve a cambiar y volvemos a ver flores
que acaban de brotar de nuevo gracias a la humedad.
Y al ver las flores y recordar la
nieve que hemos pisado hace pocos minutos entre niebla y silencio me pregunto
si no habrá sido sólo un sueño…
Y con esta crónica termina una
trilogía en la que hemos asistido a los colores propios del otoño, a las primeras
lluvias y a las primeras nieves. Todo en un plazo de 20 días en el que hemos
pasado de la ropa de verano, pasando por el chubasquero, a la ropa de invierno.
Ahora llegan unos meses de días
cortos en los que tendremos que arañar unas horas para poder seguir disfrutando
de nuestra afición.
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