Por una vez la ruta estaba clara,
pero el frío viento que soplaba en las inmediaciones de la Sierra de Cantabria
y la niebla que la cubría desaconsejaban la subida al León Dormido, así que
hemos decidido dejarla para otro día e internarnos en los bosques de la sierra
para resguardarnos del viento.
Saliendo de Cripán hemos puesto
dirección hacia la
sierra. Iniciamos la subida por un camino roto. Dado que
luego bajaremos por él, nos vamos fijando en los numerosos escalones
anticipando cómo será la bajada.
Cuando llegamos a una pista
giramos a la derecha por un camino alfombrado de hojas de roble recién
caídas. La pendiente es fuerte al
principio, pero se suaviza un poco al cabo de un rato.
Alcanzamos la cota de altura
donde las hayas sustituyen a los robles
y poco a poco el camino se estrecha
hasta llegar a convertirse en una senda
Foto de Alberto |
con tramos bastante técnicos
Foto de Alberto |
que atraviesa la línea de cumbre en un
cortado (Puerto de Cripán) en el que soplaba un fuerte viento.
Iniciamos un breve descenso por
la vertiente norte de la sierra,
Foto de Alberto |
poniendo especial cuidado porque las piedras
húmedas estaban muy resbaladizas.
El disfrute dura poco tiempo,
y
en seguida tenemos que recuperar la altitud perdida por una ancha senda
totalmente cubierta por la hojarasca.
La pendiente es muy fuerte, y lo
resbaladizo del terreno hace que el esfuerzo por mantener el equilibrio y seguir subiendo sea aún mayor, lo que nos obliga a
detenernos varias veces.
Foto de Alberto |
Varias eses nos hacen ganar
altura rápidamente, pero nuestras piernas se resienten del esfuerzo.
Cualquier excusa es buena para
detenerse a tomar aliento, no sé, un haya con formas caprichosas,
unos
caminantes que bajan, hacer una foto o simplemente disfrutar del silencio y de la magia del hayedo.
La desaparición de las hayas y la
presencia del boj nos anuncian que la cumbre está próxima.
Al llegar arriba, el frío viento
nos hace resguardarnos al abrigo de la roca. De todos modos las vistas hubieran sido
nulas por la niebla.
Algo de comer y para abajo. Los
primeros tramos son rápidos y relajados,
pero al coger la senda del Nacedero la
cosa se complica.
Bordeando el Macizo de Montorte
Foto de Alberto |
la senda desciende con gran pendiente por un terreno con tierra húmeda cubierta
por entre 15 y 20 cm.
de hojas,
con un trazado en forma de V y con varios escalones pronunciados.
Foto de Alberto |
La
gran dificultad de la bajada hace que disfrutemos tanto que el par de caídas tontas
(sin consecuencias) no nos hacen perder la sonrisa.
Después de serpentear entre los arbustos,
la senda desemboca en una pista
que bajamos rápidamente para finalizar bajando por el camino roto por el que
hace unas horas iniciamos la ruta, saltando a gran velocidad los escalones en
un fuerte apoteosis final. Un caldo calentito en Oyón comentando la ruta ponen
punto final a esta gran ruta endurera.
Buena crónica, pero yo la llamaría "pequeña gran ruta endurera", jaja, 13 km intensos de verdad!
ResponderEliminarLa grandeza no se mide en km. ni en metros de desnivel. Esta ruta no tiene nada de pequeña, y si no mira su IDG jajaja
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