Como suele ser habitual, la ruta
no estaba prefijada de antemano. Pero Alberto siempre tiene una carta en la
manga con la que sorprendernos.
Aunque parezca mentira, por unas
causas u otras, yo no había bajado nunca la senda del Piojo, por lo que nos
decidimos por esta senda de la que tanto he oído hablar.
El comienzo de la ruta es el
mismo del día que estrené mi YT, desde donde muere el camino que viene del
monasterio de San Prudencio por carretera hasta enlazar con la pista que sube a
los corrales de Zorralamuela.
Mientras ganamos altura
rápidamente podemos disfrutar de los colores que luce el monte, lo que hace que
a pesar de su dureza la subida se haga más llevadera.
Tras desviarnos por la senda, se
suceden los tramos exigentes
que nos ponen a prueba.
La bajada a Trevijano por senda,
como siempre, muy rápida y divertida.
Una parada en la ermita de
Trevijano para comer algo nos permite disfrutar de los colores del robledal que
se extiende a los pies de Trevijano
Continuamos en dura ascensión por
la parte alta del pueblo (unas ruinas en realidad) y continuamos por unas
verdes praderas que poco a poco, pero con alguna dificultad, nos permiten ganar
altura.
El último tramo lo realizamos por
una senda pedregosa pero ciclable que nos deja en el collado cercano a los
corrales de Zorralamuela, donde nos preparamos para el gran descenso de la
jornada: la senda del Piojo.
La primera parte es muy rápida
por un camino que desemboca en una alfombra de hierba,
pero la parte light
acaba cuando nos desviamos a la izquierda por una senda con una pronunciada
pendiente
y bastantes piedras, alguna de ellas de tamaño considerable (una de
ellas me rompió un diente…. del plato), pero muy divertida.
Al terminar de bajar la senda
sube un poco hasta volver a encontrarse con la senda principal.
Tras pasar por una zona de
“descanso”, muy seca,
nos tomamos un respiro
y nuevamente acometemos una variante, desviándonos de nuevo
a la izquierda hacia el fondo del barranco, empezando por un tramo de mucha
pendiente pero sin dificultad
que nos deja en una bonita senda, muy divertida,
y con unas eses finales que quitan el hipo
Oscar negociando las eses |
pero que superamos gracias al buen
agarre del terreno.
Tras empujar un poco la bici
salimos a la pista que viene del monasterio y bajamos rápidos hasta el coche,
soltando la poca adrenalina que nos quedaba.
Un gran bautismo en esta senda gracias a la completa ruta preparada por Alberto que espero repetir pronto.
Poco a poco ya vas haciendo las rutas "pendientes" eh! (pendientes en todos los aspectos, jeje). La verdad es que quedó la ruta muy bien, tienes la suerte de que con los años ya he podido perfeccionar las rutas y no vamos a la aventura como antes, pero ya llegarán días que si, todavía tengo pendientes algunas cosillas... Por cierto, no has dicho nada de lo bien que olían las ruedas a tomillo al acabar XD
ResponderEliminarJa,ja.
ResponderEliminarLa verdad es que es todo un lujo poder disfrutar de tus rutas. Pero no me asustan las aventuras, todo lo contrario.
Y sí. Las ruedas olían a tomillo, y los frenos a quemado!! Ja,ja.