Este fin de semana sólo
podía salir el sábado, un día en el que la predicción daba lluvia en toda la Rioja, con vientos moderados
con rachas fuertes de componente norte y con temperaturas bajo cero a partir de
unos 1500 metros.
Pero no me iba a quedar en casa.
Tenía que elegir una ruta con cierta altitud para huir de la lluvia, pero
tampoco mucha para no quedarme atascado
en la nieve caída en los últimos días, resguardada del viento del norte y con
posibilidad de alternativas. Todo un reto. Así que me fui a Ezcaray, con varias
rutas en el gps, y a las 8:45 ya estaba pedaleando en dirección a Turza, un
valle que discurre en la dirección este-oeste protegido, del viento.
La total quietud solo era rota
por los ladridos de los perros de una batida cercana; por si eran pocos los
condicionantes, ahora había que añadir la posibilidad de que una batida me
impidiera realizar la ruta prevista.
Las bajas temperaturas de esta
noche han helado los arroyos que cruzan el camino haciendo más complicado
superar ciertos tramos.
El viento ha azotado los árboles
y ha alfombrado el camino.
La nieve hace acto de presencia
llegando a Turza.
Continuo subiendo hacia Bonicaparra, y cada vez hay más nieve.
Un acebo lleno de bayas pone un punto de color sobre el blanco de la nieve.
Un acebo lleno de bayas pone un punto de color sobre el blanco de la nieve.
Al poco rato la fuerte pendiente y la nieve hacen imposible continuar
pedaleando, por lo que continuo caminando.
Llegando a Bonicaparra veo que la
niebla casi oculta el refugio, otro condicionante más que añadir a la larga
lista, y los coches de los cazadores que hay aparcados confirman la proximidad
de una batida.
Tras descansar un poco en el refugio, y dada la
imposibilidad de seguir subiendo por encima de los 1300 metros por la
cantidad de nieve que hay, decido pasar al plan B: continuar casi llaneando
hasta el collado Sagasta para bajar por el GR a Ezcaray.
Los primeros metros por la
carretera cubierta de nieve helada son bastante delicados:
tengo que ir muy
fino con el manillar y los frenos para poder continuar rodando. Además de la
niebla está cayendo agua nieve y con las gafas puestas no veo nada, pero sin
gafas los ojos me lloran a chorros y tampoco veo mucho.
Pronto cojo la pista y empiezo a
llanear. La presencia de rodadas en la nieve me permite rodar bastante cómodo,
pero siempre atento a los cambios de rodada y de dureza de la nieve. Aún así consigo hacer algunas
fotos y grabar unos segundos de vídeo mientras pedaleo.
Cuando llego al collado Sagasta
aparece el viento, que sopla muy frío.
Unas fotos rápidas, me pongo las
protecciones y empiezo a bajar por el GR.
Todos los sufrimientos y
penalidades (relativas, todo hay que decirlo) terminan cuando empiezo a bajar
por el camino con unos 15 cm
de nieve,
pedaleando para no perder velocidad, surfeando de lado a lado del
camino, forzando la adherencia de las ruedas hasta sus límites y en algún caso
algo más allá de los límites, lo admito, pero la caída fue sin consecuencias.
El pinar da paso al hayedo, casi
desnudo de hojas, pero precioso como siempre.
Mientras estoy haciendo alguna
foto recibo un whatsapp de mi mujer, preocupada, preguntándome si estoy bien,
con el mal día que hace, que no para de llover, y este frío y este viento …..
Mi respuesta lacónica, “Estoy gozando como un gorrino en el barro”, hace que se
tranquilice.
La nieve va desapareciendo y
continúo la senda por una increíble alfombra de hojas.
Es la primera vez que bajo
por esta senda y voy sólo, así que intento no forzar mucho, pero la senda pide
guerra y yo se la doy. Una raíz retorcida, unas piedras resbaladizas, un
agujero escondido, un tronco caído que cruza de lado a lado; la senda tiene sus
trampas, lo que añade más aliciente al descenso.
Y como colofón, el barro y el
agua en el último tramo hacen que la metáfora del gorrino y el barro se
convierta en realidad, por lo del barro, digo.
Finalmente, tras poco más de dos
horas y media, llego a la antigua estación de tren hoy reconvertida en bar,
donde me tomo un colacao bien caliente y regreso a casa con la sensación de
haber superado todas las dificultades de un día lleno de condicionantes
negativos y en el que he disfrutado como un gorrino en el barro.
Ahí, dando envidia! ¡Que aburrida sería la bici sin días de nieve y barro! ;)
ResponderEliminarQué aburrida sería la vida sin la bici y unos buenos amigos!!
EliminarMe encanta esa senda en la GR, lastima que no la pudieras coger desde arriba, desde las majadas de Márrulla. Aun así una gozada de ruta y mas como está ahora con nieve.
ResponderEliminarSalud2
Esa era la idea inicial, así que no descarto intentarlo de nuevo próximamente. Saludos.
Eliminar