Esta es una ruta clásica del
grupo OR pero que yo no había podido hacer nunca, y este año no quería dejar
pasar la ocasión. Pero
mi bajísimo estado de forma no me permitía hacer la ruta entera (cuyo nombre
hace alusión a su dureza), así que me he buscado dos aliados para atajar un
poco.
Y así salimos todos juntos de
Anguiano, mientras el sol comienza a iluminar las peñas.
Las intensas lluvias de los días
anteriores han dejado el camino blando lo cual hace más penosa la subida.
Pronto se hace patente el
diferente estado de forma: por delante la flor y nata de los OR (y faltan
bastantes) impone un ritmo rápido,
mientras que por atrás vamos guardando
fuerzas para lo que nos espera.
Llegamos a Matute y nos decimos
hasta luego, y mientras el resto del grupo sube hacia Villaverde nosotros
cogemos el GR que va a Tobía.
No contábamos con que el arroyo
bajase tan crecido, pero no nos echamos para atrás y lo cruzamos.
Relajados vamos llegando a Tobía,
y cogemos la carretera que lleva al Rajao.
Un alto en el camino para comer
algo y para descansar antes de comenzar la dura subida mientras disfrutamos del espectáculo de ver el hayedo con tanta agua.
La pista está en perfecto estado,
pero el desnivel a veces es muy alto, por lo que aprovechamos la excusa de
hacer una foto para recobrar el aliento.
Ganamos altura rápidamente y
pronto podemos disfrutar de amplias vistas sobre esta parte de la sierra, con
el hayedo desnudo a la espera de que la primavera avance y se vista de verde, pudiendo observar cómo se alternan los diferentes tipos de bosque.
Unas verdes campas y el encuentro
con un amigo que estaba buscando setas nos da un respiro antes de afrontar los
últimos km. de ascenso.
Las hayas dejan paso al brezo, lo que nos hace pensar en volver por esta zona cuando esté florido porque tiene que ser un espectáculo de color.
Al poco rato vemos aparecer a lo
lejos a un ciclista y pensamos que es la avanzadilla del grupo que ya nos pisa
los talones. En una parada que hacemos para descansar vemos que es Jesús, que tras comprobar la
dureza de la ruta ha decidido atajar también y nos ha dado caza.
Y así continuamos los cuatro
hasta llegar al punto más alto de la ruta. El resto del grupo, ahora sí, ya viene así
que les esperamos disfrutando de las hermosas vistas del San Lorenzo y los
Pancrudos.
En este punto, unos disfrutan con
la nieve,
otros haciendo fotos a los caballos,
otros con las vistas
Foto de Víctor |
y
algunos soñamos con la bajada que nos espera.
Después de la obligada foto de grupo
Foto de Víctor |
continuamos llaneando por pista
hasta que nos tiramos por unas praderas que desembocan en un hayedo, algo traicionero por la inclinación lateral de la senda y por la humedad del terreno, que obliga a un tener un tacto especial con los frenos y con la dirección para mantener la trazada.
hasta que nos tiramos por unas praderas que desembocan en un hayedo, algo traicionero por la inclinación lateral de la senda y por la humedad del terreno, que obliga a un tener un tacto especial con los frenos y con la dirección para mantener la trazada.
Según perdemos altitud cambia la
vegetación y la senda se interna en un robledal
en el que el terreno está más
seco y se rueda a gran velocidad, a pesar de los tramos plagados de piedras
sueltas que la hacen incómoda y dura para los brazos.
La larga parte final de esta
senda discurre entre encinas y el terreno está más descarnado,
con algún paso encajonado
con curvas cerradas
y pendientes algo más pronunciadas,
Foto de Víctor |
lo que supone un
divertido broche a esta senda.
Llegamos a Anguiano a la hora prevista,
tras
cinco horas de ruta en la que las lluvias nos han respetado e incluso hemos disfrutado
de unos buenos ratos de sol.
Tras lavar las bicis y después de
una merecida ducha, damos buena cuenta de un buen plato de caparrones, seguido
de una tertulia donde comentamos los pormenores de la ruta de hoy.
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